Un concurso no es un concurso
Llegó el momento de decir BASTA
Llegó el momento de decir BASTA
Primero fue el caso de Juan Iñigo Carrera, luego de Roberto Aruj, más próximo el de Claudia Cabrera y ¿finalmente?, el de Silvia Lago Martínez. En todos los casos se trata de profesores de la carrera de Sociología, con dos o más décadas de trabajo docente y con antecedentes más que suficientes para el cargo que concursaron (titulaciones, publicaciones, proyectos de investigación) y que se presentaron a regularizar su cargo después de haberlo ejercido por años.
Si se aplicara el ya aprobado Convenio Colectivo de Trabajo, hubieran
ingresado a la carrera docente y hubieran regularizado los cargos.
Docentes que, por otro lado, han sido evaluados una y cien veces con
las renovaciones anuales, al presentar sus programas, al presentar
sus proyectos, al dictar sus clases, etc. etc. Estos docentes
construyeron y ganaron sus cargos con décadas de enseñanza, de
producción de materiales didácticos, de investigación y de
extensión. Si un concurso fuera solo un concurso –como se dijo en
un debate a partir del caso “Iñigo”- no habría dudas: deberían
haber revalidado su cargo.
Esto revela, la implementación de una política de concursos que
sigue cada vez más una matriz bancomundialista –la que está
inscripta en la LES-, de “mediciones bibliométricas”, de
“cuantificación” de papeles, títulos vinculados a los rankings
Coneau, que promueven la “productividad”, los métodos del
“management” vinculados al mercado. En nuestro caso, todo esto
se introduce por vía de la “evaluación” con los parámetros del
CONICET despreciando la construcción y trayectorias de quienes
sostienen desde hace años el dictado, la dirección, el crecimiento
y el funcionamiento de las cátedras, y de las investigaciones, y
orientaciones vinculadas a ellas, a favor de quienes sobresaturan
los ítems de una grilla con criterios que garantizan una
reproducción de lo mismo: tantos papers, tantas
jornadas, tantas publicaciones con referato y tantos años de
gestión.
Esta lógica se apega ciegamente a una credencialización
desmesurada y formalista, opuesta a la verdadera autonomía y a la
libertad de cátedra. Criterios todos que ya es hora de someter a
debate colectivo. Se convalida una decisión también política –y
con derivaciones éticas- como la que supone que un docente se
inscriba en el concurso del cargo de otro compañero, o que una
Secretaria de la Facultad se presente a un cargo de inferior
categoría al que ya tiene en funciones en una materia afín.
Lo que sucede con el concurso de Metodología de la Investigación I,
II y III de la profesora Silvia Lago Martínez se inscribe en el
desarrollo de esta política, donde se valorizan las titulaciones y
acreditaciones y que por lo tanto somete a un
escrutinio feroz a los docentes de amplia trayectoria. En este caso,
además, con el agravante de que el Jurado que actúa en el concurso
es en su totalidad externo a la Facultad y en su mayoría proviene
de otro campo disciplinar (historia y matemática) donde dictan
materias cuyos contenidos son muy disímiles a los
de las asignaturas objeto del concurso. Jurados, además, que
siquiera leen las “actualizaciones de antecedentes” que se
presentan minutos antes de iniciarse el “concurso”; jurados que
otorgan puntajes a cargos regulares que no poseen algunas de las
postulantes, aun siendo advertidos de tal equívoco; jurados que en
más parecieran desconocer el programa que se dicta y su vínculo con
la carrera.
¿Seguimos mirando para otro lado –hasta que nos toque o hasta que
nos salvemos si fuera el caso- como si solo se tratara de una
selección de antecedentes, de cotejo de papeles y cartones, y no de
qué perfil docente, de qué cuerpo docente consolidar, de qué
carrera de Sociología y Facultad necesitamos y queremos construir?
El caso de Silvia Lago Martínez actualiza los anteriores y vuelve a
poner en primer lugar del debate la necesidad de la carrera docente,
el derecho a la estabilidad de quienes fueron evaluados no por
grillas sino por los estudiantes, los graduados que se formaron e
integraron sus equipos de cátedra o inician sus estudios de
posgrado.
Nos pronunciamos por la regularización de todos estos docentes. Por
el cese de todo llamado a concurso de renovación –propiamente
dicho o de hecho- que no se convoque sobre la base del respeto a la
carrera docente y el desempeño en el cargo. Por el más amplio
debate para implementar la carrera docente y el Convenio Colectivo de
Trabajo. Y reclamamos que no se convaliden estos “concursos”
biométricos.
Llamamos a toda la comunidad a pronunciarse abiertamente contra una
política que, en lugar de proteger a los docentes que sostienen la
Facultad -¿y qué otra cosa es una Facultad si no sus docentes y
estudiantes y no docentes?-, los expulsa con el sencillo expediente
de unas carillas escritas a las apuradas bajo el título de Dictamen.
Lista
de Izquierda
Docentes
de la carrera de Sociología
27/04/2016
Un concurso absolutamente arbitrario, con un Jurado, a excepción de la única integrante femenina, que no se encuentra a la altura de las circunstancias, con falta de méritos para evaluar a un profesor de un concurso de Metodología de la Investigación I, II y III. Son tres metodológicas, tienen un nivel de profundidad que pocas carreras la contemplan. Quien evalúe a un profesor para el dictado de esta materia debe tener antecedentes en la disciplina que supere al evaluado. No fue así en este concurso, viciado de irregularidades que se vislumbran en el dictamen. Mirta Mauro
ResponderEliminarUna vergüenza!! Basta de concursos truchos
ResponderEliminarExpreso mi indiganación por lo ocurrido. Y envío mi solidaridad
ResponderEliminarExpreso mi indiganación por lo ocurrido. Y envío mi solidaridad
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